La conocida cadena de supermercados de bajo coste Lidl, presente en más de 28 países y con más de 10200 tiendas interrumpe la implementación de Elwis, la plataforma ERP que SAP había estado intentando implementar para ellos durante más de 7 años y con un coste de más de 500 millones de euros.
El motivo principal viene dado por una serie de problemas persistentes, que con el tiempo, han hecho que el lugar de trabajo sea menos inteligente y funcional, es decir todo lo contrario de lo que se pretendía con el nuevo proyecto. El objetivo del nuevo sistema era supervisar procesos corporativos cada vez más complejos, controlar las sucursales, compras y logística, una serie procesos que Elwis, en lugar de mejorar ha hecho más complicados.
Para Lidl, el proyecto formaba parte de un ambicioso proyecto de transformación, las expectativas eran muy altas; reducir el esfuerzo para el mantenimiento de datos maestros, cifras clave en tiempo real y análisis de pronósticos, etc. No obstante, han acabado como un gigante agujero de 500 millones de euros que ha ido a parar directamente como pérdidas a su contabilidad.
Claves para un fracaso anunciado
Una implementación de ERP no puede durar siete años. El ritmo del cambio se ha acelerado en muchas industrias, el comercio minorista y la distribución no es inmune. Un ERP tiene que lidiar de forma nativa con el vertiginoso ritmo del cambio. Deben evitarse las personalizaciones en la medida de lo posible y aprovechar las mejores prácticas integradas que forman parte de los modernos sistemas ERP.
La flexibilidad para adaptarse a un entorno cambiante es obligatoria para las empresas, esto requiere agilidad. Las implementaciones deberían requerir meses (quizás 12-18 meses en negocios complejos) nunca varios años y mucho menos siete.
Cuando se inició el desafortunado proyecto en LIDL, los ERP bajo el modelo SaaS no estaba disponibles en la misma medida que lo son hoy en día. Ahora los ERP como servicio son una realidad. Bajo nuestro sesgado punto de vista, sólo un modelo de SaaS garantizaría la agilidad y flexibilidad requeridas para este tipo de productos, haciendo que se reduzcan de forma drástica los tiempo de implementación.
La gran complejidad que exige la implantación de un sistema de este tipo y sobre todo, los plazos de implementación, chocan con las exigencias propias de la digitalización. Las empresas hoy tratan de responder con agilidad a las demandas del mercado; exigen que los proveedores de tecnología les ofrezcan soluciones sencillas, ágiles y adaptables a sus necesidades de negocio.
A partir de ahora la compañía llevará a cabo su gestión con su antiguo sistema Wawi
Esta no es, y ni mucho menos será, la primera historia del fracaso de un proyecto de transformación digital, pero si un aviso para navegantes. Cuanto más grande el barco, más complicado de maniobrar, costoso de mantener, y mas rápido se hunde.