La edge computing o computación de borde sería la tecnología necesaria para evitar que el Internet de las Cosas (IoT) acabe colapsando la nube.
En Ikoula, empresa que ofrece soluciones de nube, creen que el IoT tiene una cara negativa porque añade una presión enorme a las redes de telecomunicaciones y a los centros de datos que deben transmitir, almacenar y procesar datos generados por un número creciente de objetos conectados.
“Es como si cada día, varios miles de nuevos usuarios se conectaran a la página web de una empresa y todos quisieran ver o descargar los mismos contenidos: al final, la web de la empresa se acabaría colapsando”.
Edge computing sería, entonces, la tecnología que dispone de ese servicio de alojamiento web con tráfico ilimitado para seguir disfrutando las ventajas de conectar objetos a la red, pues se pueden manejar a distancia y permitir, por ejemplo, automatizar el funcionamiento de toda una fábrica como parte de la Industria 4.0.
Los objetos conectados, además, recogen información de su entorno que luego se puede procesar para obtener estadísticas y tendencias que permitan, entre otras cosas, controlar el estado de una infraestructura.
También pueden interactuar con otros sistemas en línea, como las neveras, detectando que falta alimentos y conectando con los servidores online del supermercado para hacer el pedido automáticamente.
“La posibilidad de conectar un gran número de servidores informáticos en todo el mundo, a través de una misma red, ha hecho posibles innovaciones sin las que ya no podríamos vivir: Internet, el correo electrónico, el video o la música por streaming, las aplicaciones online o las redes sociales”.
Sin embargo, la nube sigue evolucionando y el IoT aspira transformar aún más la vida cotidiana, pues se trata de conectar a Internet todo tipo de dispositivos que hasta ahora funcionaban aislados: desde sensores a electrodomésticos, pasando por coches, relojes, marcapasos, gafas, ropa, entre otros.
De hecho, en Ikoula se han hecho eco de la consultora Gartner que calcula que en hay más de 25 mil millones de objetos conectados a la nube y que esta cifra se seguirá doblando con el paso de los años.
Todo al borde
Los datos, archivos, aplicaciones, películas, canciones, entre otros que se hallan disponibles en Internet, están actualmente almacenados en servidores conectados a la red.
Estos servidores pueden estar en un cloud privado (la empresa gestiona su propia infraestructura informática), en un cloud público (usa los servicios proporcionados por un proveedor cloud especializado) o en un cloud híbrido (combinando la infraestructura propia con la del proveedor externo).
“El problema es que si constantemente conectamos a Internet millones de objetos nuevos que vuelcan a la red ingentes cantidades de datos, la capacidad de los servicios de cloud computing (computación en la nube) tiene un límite”.
En Ikoula consideran que se debe tomar en cuenta que, obviamente, se pueden seguir construyendo nuevos centros de datos y ampliar los existentes, pero esto resulta muy costoso, medioambientalmente poco sostenible y al final no sería demasiado inteligente.
La edge computing, a diferencia del cloud computing, no realiza el procesamiento informático en centros de datos centralizados, sino que lo reparte a lo largo de la red.
“Esto permite que la computación se realice más cerca de los objetos conectados, lo que tiene dos grandes ventajas».
La primera, evitaría la sobrecarga de los centros de datos y haría que la información recorra menos distancia entre el objeto conectado y el servidor que analiza los datos; la segunda, proporcionaría la información o el servicio solicitado.
Entonces, para hacerlo más descifrable, en lugar de tener que ir a una heladería del centro de la ciudad para degustar el helado preferido, es como si se tuviera el carrito de helados al lado de casa, dispuesto a servir el sabor favorito en cualquier momento y sin tener que desplazarse la persona.
En la nube de borde
En la compañía sostienen que este procesamiento que se realiza en el borde, en lugar del centro de la red, se ejecuta en centros de datos más pequeños y cercanos al cliente que permiten ofrecer un servicio más rápido.
“De hecho, en Ikoula hace tiempo que apostamos por este enfoque de proximidad. Por eso contamos con dos centros de datos, una red de alta velocidad y nuestras soluciones de cloud computing están disponibles en seis países”.
A pesar de los beneficios, los servicios de edge computing tienen una capacidad menor a la ofrecida por un centro de datos a gran escala.
Entonces, el futuro de la nube pasaría por un enfoque híbrido, es decir, la combinación de centros de datos de alta densidad, encargados de realizar las tareas más exigentes, con numerosos centros de datos más pequeños repartidos a lo largo de toda la red.
Estos últimos tendrían como objetivo proporcionar servicios de edge computing rápidos y cercanos para las aplicaciones que lo requieran, como el Internet de las Cosas.